Estabilidad es por lo que busco y cada vez que no encuentro una forma de mantenerme estable, cuerda o completa caigo.
Caigo en la desesperación de aquello que no tengo y aquello que anhelo, alguien que pueda reconocerme, quererme y amarme con todos los defectos que trato de ocultar.
Ocultar los problemas, ocultar los pensamientos más oscuros, la constante lucha entre lo que quiero hacer y lo que se que está bien y mal.
Mal que esta dentro de mi, aquel que se vuelve repetitivo y desesperado en forma de pensamientos.
Pensamientos recónditos y oscuros, como el alma que tengo, tratando de encontrar la pequeña luz.
Luz que a pesar de buscar no encuentro, todo es tan oscuro y sin embargo me repito y repito que la encontraré.
Encontraré a aquella persona que siempre trato de recordar y no puedo, solo un pequeño recuerdo.
Recuerdo de todas las cosas y personas que he perdido, aquellas personas significativas que se alejan y no regresan.
Regresar al pasado y ver quién es, escuchar su nombre, buscarla, pero como buscar a alguien que no tiene nombre y apenas recuerdo el rostro.
Un rostro que ha cambiado pues el que recuerdo es el de una niña sollozando.
Sollozando estoy por no poder orden a mis pensamientos, preguntas, gritos, frases y voces diciéndome que me calme, que respire y que eventualmente estaré bien.
Pero ese estar bien no llega, la mayor parte del tiempo, aceptar que no puedo controlar todo los actos y pensamientos, que no puedo cambiar ciertas cosas es frustrante.
Frustrante hasta convertirse en ansiedad, desesperación, tristeza, enojo, un anhelo de libertad.
Libertad que no soy capaz de sentir, presa de mis propios miedos y pensamientos, presa de aquello que no puedo cambiar y aquello que no puedo borrar o recordar.







