detesto la luz brillante y el calor que brinda el sol. 

Me gusta la sensación del frío, porque puedo cubrirme, 

es como sumergirse en un lugar entumecido, 

sientes los pequeños temblores de tu cuerpo, 

para contrarrestar el frío. 

Y la obscuridad es tan bella, ya que aprecias los momentos.

¿Qué momentos? Te preguntaras, 

la respuesta te sonará extraña, pero son esos momentos en los que estas solo, 

así es, solo pero no en soledad. 

La obscuridad por mucho tiempo ha sido vista como una amenaza, 

pero nunca nadie habla de lo esclarecedora que puede ser. 

Los mejores momentos de nuestra vida siempre serán apreciados, 

pero son los momentos de obscuridad que nos marcan y nos llevan

a quienes somos hoy, si las cosas que nos enseñó la obscuridad

fueron bien aprendidas, no volveremos por ese camino, 

pero si nunca aprendemos a observar dentro de la obscuridad, 

es posible que nunca podamos apreciar los cortos y pequeños 

rayos de luz, aquellos que solo infunden un calor momentáneo, 

aquellos que se aprenden a vislumbrar una vez entendemos

el valor y las enseñanzas de lo más obscuro y profundo.